Los tumores cerebrales son masas o un crecimiento de células anormales en el cerebro. Dependiendo de su ubicación exacta en el cerebro, del tipo de células que lo compongan, de su ritmo y capacidad de crecimiento, los especialistas establecen un pronóstico de evolución que será determinante en el momento de escoger y aplicar un tratamiento.
Existen multitud de clases de tumores cerebrales. Según la zona donde se desarrolle la masa tumoral, se puede diferenciar entre tumores originados directamente en el tejido del cerebro (tumores primarios) o bien tumores malignos provenientes de otro órgano del cuerpo y que se han diseminado (metástasis).
El tumor cerebral más frecuente en personas adultas es la metástasis, que representa más de un 50% de tumores cerebrales sintomáticos. Normalmente, la metástasis se origina en más de la mitad de los casos en otros cánceres en la mama o el pulmón.
Por otra parte, los tumores primarios, los gliomas o astrocitomas se originan en las células de soporte, nutrición y protección de las neuronas. Entre las clases de tumor primario cerebral, existen los originados en células embrionarias remanentes y otros que generan en los tejidos de soporte del cerebro como las meninges (meningiomas) o el hueso (osteomas).
El síntoma más habitual producido por los tumores cerebrales es la cefalea (dolor agudo de cabeza). Este tipo de malestar se caracteriza por ser opresivo y progresivo, afectando a toda la cabeza o su región frontal. La cefalea se origina por el aumento de presión intracraneal y, además, si se vuelve más intensa provocará vómitos.
Los síntomas asociados a los tumores cerebrales pueden ser tantos como las distintas áreas elocuentes del cerebro y los nervios que dependen de él. Así, pueden verse afectados los sentidos o llegar provocar crisis epilépticas. Además, cuando el tumor aumenta de tamaño, también es muy probable que incremente la cantidad de síntomas.
Uno de los tratamientos más comunes para tratar un tumor cerebral es la resección del tumor. Sin embargo, esta intervención solo se realizará si se considera que es la mejor opción. Para eso se ha de tener en cuenta el grado de malignidad del tumor, su extensión, su localización anatómica, el estado físico del paciente, la edad del mismo, etc.
Si el riesgo es aceptable, se intentará la resección tumoral quirúrgica en el máximo porcentaje posible. Y, dependiendo del análisis del tejido tumoral, se procederá al tratamiento de quimioterapia y radioterapia. En caso contrario, se intentará obtener tejido tumoral realizando una biopsia para saber qué tipo de tumor es y cuáles son las opciones de tratamiento.
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