La derivación ventrículo-peritoneal (DVP) es una intervención quirúrgica, en la cual se drena el líquido cefalorraquídeo (LCR) del sistema nervioso central en los casos de hidrocefalia o exceso de presión intracraneal.
Por lo tanto, esta intervención tiene por objetivo drenar el líquido cefalorraquídeo acumulado en los casos de hidrocefalia sintomática, hidrocefalia subaguda o crónica e hidrocefalia aguda. En el caso de esta última, el tratamiento es casi obligatorio, pues tardar en aplicar este procedimiento puede ocasionar daños irreversibles en el estado neurológico de la persona afectada. Los pacientes afectados por la hidrocefalia subaguda o crónica pueden optar por una ventriculostomía endoscópica para tratar de forma alternativa su patología.
La cirugía para la derivación ventrículo-peritoneal consiste en poner un catéter en una cavidad cerebral conocida como ventrículo, donde se puede almacenar el líquido cefalorraquídeo. El catéter se conecta a una válvula que controla la salida del LCR y es tunelizado bajo la piel, por el tejido celular subcutáneo, desde la cabeza hasta la aurícula o el peritoneo. Una vez allí, el líquido cefalorraquídeo es reabsorbido de forma fisiológica.
En los casos de hidrocefalia aguda, la recuperación y rehabilitación de paciente depende principalmente del tipo de patología que la haya originado y del estado neurológico previo a la intervención. Normalmente, la hidrocefalia aguda es tumoral o está ocasionada por sangrado agudo.
En los casos de hidrocefalia subaguda o crónica, la recuperación suele ser rápida. Aunque dependen también mucho del estado neurológico previo a la cirugía, los pacientes requieren de rehabilitación para reeducar la marcha y el control de esfínteres y, ellos y sus familiares suelen apreciar una mejoría al caminar en 1 y 3 meses.
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